miércoles, 17 de mayo de 2017

Navidad del 82’



Lo recuerdo como el ser que ame clandestinamente, nunca tuve el valor de decírselo, tenía las manos surcadas por miles de trabajos y un carácter que no podía flaquear ante la vida. El viejo siempre fue un arquetipo de su época.

Si nuestra comunicación fue tan nefasta se debía a que yo era el mayor, él discutía mucho con la vieja, amaba mucho a mi mamita y siempre tomaba partido por ella, había muchas bocas que alimentar y él era el responsable de ese decepcionante todo.
Era el 82, se aproximaba la navidad.

Cuando faltaba el dinero el viejo semanas antes nos fabricaba camioncitos de madera, por mucho que “trajinamos” con mi hermano no pudimos encontrar nada.

En nochebuena lo odie con todos mis fuerzas, la vieja por mucho que nos engaño cantando villancicos, se notaba que toda celebración sería en vano, pues nunca puso las ollas a calentar, menos recuerdo haber visto regalos, aun así la pobre vieja puso la mesa lo mejor que pudo, pero él nunca llego, recuerdo que la vieja lloro toda la noche…

…el viejo llego pasadito la madrugada.

Siempre renegué del él desde ese día, de seguro tenia otro hogar y una amante a quien hacer feliz.

El viejo murió hace un par de años, yo me casé, forme mi hogar y me lleve a mi viejita a vivir conmigo.

Hablando con mi mamá siempre le extraño esa “tirantes” que tenia con quien era mi padre. Mi vieja lo defendía, sé que aun lo llora y me contó que como hace mas de 30 años atrás en una navidad el viejo no llego porque se había ido a trabajar a una ciudad del interior como jornal y muchas veces se venia después del turno en el viejo camión de su compadre, el patrón prometió pagarle todo el sueldo del mes al final de la jornada pero nunca se apareció por la obra, el compadre tampoco fue trabajar y el viejo se tuvo que venir caminado por decenas de kilómetros…



Me duele nunca haberle dicho papa. El titulo de padre también se gana con los hechos. En perspectiva las discusiones fueron variables de la pobreza, pero el hombre siempre trabajo por su hogar y es esa fortaleza y voluntad la que siempre le trato de inculcar a mis hijos, creo que los estoy educando bien…


…también llevan la sangre de mi PAPÁ.

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